LA RABIA SAGRADA
“Experimenté llorar como nunca recordaba haberlo hecho; sollozar con un extraño placer. Fue como un llanto de otra época, de otra etapa de la vida. Fue llorar como un niño”.
Wilhelm Reich fue un brillante discípulo de Sigmund Freud, y el primero en comenzar a incluir el trabajo biofísico en la sesión analítica.
Es el padre de la psicoterapia corporal.
Empezó a observar que había resistencias de sus pacientes que no podía vencer sólo con el trabajo verbal. Al incluir ejercicios de respiración profunda y sutiles toques, vio que salían a la superficie emociones, recuerdos reprimidos, rabia.
Y esto último constituye el material más importante en un proceso terapéutico.
Me apasione por esta corriente técnica en el año 2002, mientras cursaba segundo año de facultad. Fui y le pedí al profesor de psicología analítica si me podía derivar con alguien que trabajara desde la línea reichiana. Con el tiempo me formé en la misma.
Reich postula que el carácter es nuestro modo de reacción típico, automático. El carácter nos protege contra peligros exteriores e interiores.
Sobre la sagrada rabia
El carácter está en nuestro cuerpo. Es una coraza muscular y tiene una doble función: abrirse en situaciones de placer o cerrarse ante el displacer.
Loil Neidhoefer en su libro Trabajo Corporal Intuitivo hace un apunte interesante para ilustrar lo que es la coraza:
“Como ejercicio prende la TV en un programa que gustes. Políticos, periodistas, presentadores y otras figuras de la vida pública tienen normalmente corazas muy fuerte. Toda la noche, en los noticieros, se pueden observar los labios superiores endurecidos, cejas siempre arqueadas, maxilares tensos, ojos muy juntos y paranoicos”
En la terapia reichiana buscamos flexibilizar la coraza. El trabajo es sumamente gradual y sutil. La coraza se debe derretir como una vela. Y claro que sería un error técnico utilizar los ejercicios con todos los pacientes, en cualquier momento, y de manera mecánica.
Cuando la coraza se reblandece algunos poderes son liberados y se remueven problemas hasta entonces considerados sin solución.
“Después de la sesión fui para casa a pie, a pesar de que el camino era largo, más de una hora. No sabía para donde ir con toda aquella energía, sólo quería gastarla.
Llegué a casa; había un extraño sentado en la cocina. Tenía la misma apariencia de siempre y hacía lo que siempre hacía. Aún así tuve la impresión de estar viéndolo por primera vez, es decir, viendo realmente quién él era.
Y no conseguí ver en él absolutamente nada pasible de ser amado. No sentí resentimiento o dolor, sólo un enorme vacío. Y una voz dentro de mí preguntando: quién es ese hombre con quien viviste los últimos ochos años y medio”
La cita es del libro de Neidhoefer y es contundente.
En un proceso de psicoterapia corporal las máscaras se caen. El terapeuta lo que hace es bajar junto con la persona a pasar una temporada en el infierno. No es fácil, ni es para todos. Nos encontramos con emociones que no son agradables.
El trabajo es de a cuentagotas. La coraza se derrite como una vela. Esto es fundamental. Hay técnicas o caminos dentro del mundillo del desarrollo personal que lo que hacen es romper violentamente la coraza y manejar la rabia, así como también la envidia. Y esto es peligroso por demás.
En la parte final del libro (que está estructurado como una entrevista) le preguntan a Nedohoefer si prescribe ejercicios corporales para que los pacientes hagan en sus casas entre las sesiones.
El psicoterapeuta afirma que prefiere enseñar a las personas a correr riesgos en sus vidas. No habla de deportes extremos ni nada similar. Se refiere a pequeños actos.
“Algunas vez, parado en un semáforo de tránsito sonreíste para un hombre o mujer del auto de al lado de una forma amable? Y ya hiciste esto a lo largo de todo un día en cada señal de tránsito? O le dijiste a personas que ya conocen cuánto las admiras?”
Estas también son buenas prácticas para ablandar la coraza.
En lo personal tengo predilección por el ejercicio de alguna vez en la vida hacer un viaje solo. Aunque sea dentro de tu país, no es necesario irse lejos. Pero eso tal vez lo desarrollamos en algún próximo post.
“Las personas que se quejan del tedio no corren riesgos”
¿Qué riesgos tomaste últimamente? ¿Cuáles pensás que te hicieron crecer?