En el post de hoy vamos a hablar de la culpa, de los secretos y de las emociones contenidas.

Un paciente confía un secreto. Un hecho que admite le genera una culpa desmedida. ¿Cómo puede aliviarla? ¿Qué hacemos paciente y terapeuta en estos casos?

Carl Jung divide un proceso de psicoterapia en cuatro etapas: la confesión, el esclarecimiento, la educación y la transformación. Ahora nos vamos a centrar en la primera.

Los psicoterapeutas, asegura el psiquiatra suizo, somos los herederos de los sacerdotes y los filósofos. En los orígenes de cualquier tratamiento analítico está el sacramento de la confesión. La figura del terapeuta tiene pocos años de existencia.

Jung entiende que cuando el ser humano inventa la idea de pecado surge la parte oculta del psiquismo. Lo que es oculto es secreto. Y tener un secreto puede llegar a convertirse en un veneno.  Los dos párrafos que están a continuación son esenciales para entender esto:

“El hombre primitivo siente la necesidad de inventar misterios, ya que poseyéndolos se protege contra la absorción pura y simple en el inconsciente de la colectividad. Ritos de iniciación, cultos y misterios están al servicio del instinto de diferenciación”.

“Un secreto compartido con varias personas es tan constructivo cuanto destructivo es un secreto estrictamente personal. Este último tiene efecto de culpa”.

El otro gran factor generador de culpa es el afecto contenido. Cuando ocultamos nuestras emociones. Emociones reprimidas y secretos, son la misma cosa.

La confesión o la catarsis no es el remedio universal. Cómo aclaramos al principio es sólo una parte del proceso de una psicoterapia. Pero es una etapa clave.

Luego están otras acciones que nos ayudan a lidiar con la culpa. Entre ellas podemos encontrar: analizar la conducta que la produce; entender la importancia de los errores en nuestro crecimieto; reparar el daño; cambiar la culpa por la responsabilidad y por lo tanto actuar. Incluso, llegar a perdonar a los demás y a nosotros mismos.

Una vez conocí a alguien que se vanagloriaba de tener muchas cosas en su vida que jamás le había contado a nadie. Y también conocí otra persona que presumía de fumar cuarenta cigarrillos diarios.

No sé cómo rematar este post. Me pasa seguido. Es un secreto que te estoy contando. Claro que no es importante, pero es algo. Y para ser franco un poco me alivia.

¿Vos tenés hechos importantes que jamás le hayas contado a persona alguna? ¿Y por qué decidiste que así fuera? No es para que me contestes. Sólo te propongo que lo pienses durante 49 segundos a partir de ahora.

Deja una respuesta

Tu dirección de correo electrónico no será publicada. Los campos obligatorios están marcados con *