Siento que mi Psicólogo no me Ayuda… Empezar terapia representa un acto valiente en la búsqueda de conocernos. Sin embargo, es inevitable, que emerjan momentos en los que la terapia parezca no cumplir con las expectativas.
Esta sensación puede confundirnos y frustrarnos, y plantea a la vez la necesidad de una exploración más profunda.
A continuación, vamos a exponer las razones que podrían subyacer a la percepción de que la psicoterapia no está funcionando.
1. Explorando la Dinámica Relacional
La relación terapéutica está anclada en la comunicación y la comprensión mutua. Si en algún momento surge la sensación de que el o la terapeuta no capta plenamente las inquietudes de la persona, o si la dirección de la terapia no queda clara, se torna necesario tener un diálogo.
La introspección acerca de las dinámicas de comunicación puede revelar aspectos cruciales que, una vez abordados, pueden destrabar el proceso.
“El encuentro de dos personas es como el contacto de dos sustancias químicas: Si hay reacción, ambas se transforman” Carl Gustav Jung.
2. Existe una sensación de juicio
Lo que menciones en terapia nunca debe ser algo de lo que cause verguenza. Si se presenta la impresión de que el terapeuta no se está manejando con compasión es hora de decir adiós.
Algunas preguntas: ¿Tu terapeuta muestra agresividad? ¿Te escucha adecuadamente?
Si evita abordar detalles traumáticos, como violencia de pareja o abuso sexual infantil, ¿respeta tus límites o te presiona para revelar esa información?
En cuanto a establecer metas, ¿te fuerza a aspirar a objetivos más altos de los que has definido para ti mismo?
3. Claridad en la Definición de Metas
La ausencia de progreso puede, en ocasiones, radicar en metas poco definidas o en expectativas desmesuradas.
Esbozar objetivos específicos y realistas no solo proporciona un norte para la terapia, sino que también establece un marco que facilita la evaluación del progreso a lo largo del tiempo.
4. Autoexploración Profunda
El proceso terapéutico puede encontrarse obstaculizado por las resistencias internas. La reflexión sobre la apertura genuina de pensamientos y emociones durante las sesiones tiene una importancia clave.
5. Sintonizando la Compatibilidad Humana
Cada individuo es único, y esta unicidad se manifiesta también en la relación entre paciente y terapeuta. La falta de conexión emocional puede derivar de diferencias en personalidad, enfoques terapéuticos o valores fundamentales.
Es necesario reconocer que no todas las relaciones son perfectas. Si la sintonía con tu terapeuta actual se revela como insatisfactoria, será momento de buscar un entorno más afín.
A veces simplemente no hay química.
¿Cómo lo sabemos?: una conversación cómoda, la impresión de que su psicólogo realmente se preocupa, sentir respeto, la creencia de que la persona entiende cómo ayudarlo, un ambiente de seguridad son buenas señales.
6. El Valor de la Retroalimentación
Solicitar una evaluación directa sobre el progreso y la eficacia terapéutica puede proporcionar una perspectiva interesante.
Preguntar a la profesiona cómo percibe la evolución y si hay ajustes que podrían potenciar la efectividad de la terapia establece un canal abierto de comunicación que fortalece la alianza terapéutica.
Esta retroalimentación puede arrojar luz sobre aspectos que podrían haber pasado desapercibidos.
7. Personas que no paran de hablar
Existen terapeutas que pueden hablar demasiado, eclipsando tus palabras y centrando la conversación en sus opiniones y sugerencias. Esto podría indicar una falta de empatía y utilidad real.
Por otro lado, también puede ser alguien con pasividad en exceso, mostrando reticencia a dar consejos o a motivarte para mejorar.
Algunas consideraciones sobre la primera sesión
Creo necesario hacer un apartado sobre la primera sesión, ya que muchas veces es aquí que el proceso puede presentar fallas, que luego propician un temprano abandono de las sesiones.
Autores como Héctor Fiorini señalan que al final de la misma es necesario motivar a quien consulta para que cuestione, plantee dudas y objeciones.
El enfoque no se limita únicamente a determinar las acciones que aquel debe realizar, sino que implica considerar sus disposiciones, así como las dificultades que pueda tener para abordar el tratamiento.
La importancia de este momento de intercambio es crucial, ya que en él se determina la consolidación de una alianza terapéutica.
Además, destaca la utilidad de proporcionar una preparación mínima que facilite el inicio de la psicoterapia. Durante esta etapa, se puede instruir en diversos aspectos, como una visión general de la psicoterapia como método de aprendizaje, la definición de los roles respectivos con clarificación de las conductas esperadas.
También se aborda la anticipación de la aparición de fenómenos resistenciales, señalando que son universales y no indican un mal curso del tratamiento, sino más bien reflejan el grado de compromiso.
Se propone una formulación realista de las expectativas sobre los resultados que se pueden lograr.
Al dar de alta a la persona, se reconoce que los problemas no habrán sido eliminados, pero el proceso de aprendizaje experimentado le proporcionará herramientas para enfrentarlos de manera más efectiva.
Conclusión
La terapia se configura como un proceso colaborativo y evolutivo en el que tanto terapeuta como el individuo desempeñan distintos papeles.
El rol profesional es oficiar de guía, pero la participación activa y la comunicación franca por parte del individuo son los pilares esenciales para aprovechar el proceso con plenitud.
El hecho de que la terapia no está cumpliendo con las expectativas también puede generar una oportunidad para una exploración más profunda y una adaptación del enfoque.
La honestidad y la transparencia en el vínculo es lo que debemos mantener.
Bibliografía
Fiorini, Héctor; 1977; Teoría y Técnica de psicoterapias; Buenos Aires; Editorial: NUEVA VISION ARGENTINA.