¿Cual es la Diferencia entre Emoción y Sentimiento? Puede parecer un simple matiz lingüístico, pero distinguir entre emoción y sentimiento puede cambiar profundamente la manera en que entendemos lo que nos ocurre, tomamos decisiones y trabajamos en terapia.

Esta diferencia no es solo teórica: tiene implicancias prácticas para la vida cotidiana, la salud mental y el bienestar.

Qué es una Emoción

La palabra emoción proviene del latín emovere, que significa “poner en movimiento”.

Y eso es exactamente lo que hacen: son reacciones automáticas, breves e intensas que preparan al cuerpo para la acción.

Según Antonio Damasio, las emociones son “programas de acción biológica” que aparecen antes de que tengamos tiempo de pensar.

Charles Darwin, pionero en su estudio, las consideró adaptaciones evolutivas que aumentaron nuestras probabilidades de supervivencia.

“Las emociones son reacciones que el cuerpo ejecuta para garantizar la supervivencia.” – Antonio Damasio, El error de Descartes.

Ejemplo cotidiano

Imaginá que vas caminando de noche y alguien aparece por detrás.

El corazón se acelera, los músculos se tensan, las pupilas se dilatan. Todo sucede en milisegundos, antes de que puedas racionalizar qué pasa.

Esa descarga es la emoción en su estado puro.

Perspectiva psicoanalítica

Desde el psicoanálisis, Freud diferenció entre afecto y representación: el afecto es esa energía psíquica que se descarga y acompaña a una idea.

Bion, décadas después, habló de los elementos beta: experiencias emocionales crudas que necesitan ser transformadas en algo pensable.

Podemos ver a la emoción como ese “elemento beta” inicial que todavía no tiene nombre.

Qué es un Sentimiento

Si la emoción es la chispa, el sentimiento es la llama que queda encendida.

Es más duradero, menos intenso y más elaborado.

Para Damasio, el sentimiento es la emoción hecha consciente: ya no es solo que siento miedo, sino que sé que lo siento y puedo decirlo.

“Los sentimientos son las experiencias mentales de los estados corporales que llamamos emociones.” – Antonio Damasio, En busca de Spinoza

La función de mentalización

El sentimiento implica registro subjetivo y, sobre todo, la posibilidad de nombrarlo:
me siento triste, me siento aliviado, me siento enojado.

Aquí aparece la función de mentalización, concepto que Winnicott ilustró al hablar de la madre suficientemente buena:

cuando el bebé es sostenido de manera empática, sus emociones caóticas se transforman en algo integrable.

Lo mismo ocurre en psicoterapia: el consultorio es ese espacio donde la emoción bruta se convierte en sentimiento elaborado, apto para ser pensado y trabajado.

Ejemplo clínico

Un paciente llega enojado, habla rápido, golpea la mesa. Esa es la emoción en acción.

Durante la sesión, a medida que se siente escuchado, aparece algo más profundo:
“me sentí traicionado cuando mi hermano no me defendió de chico”.

El enojo se transforma en dolor y en palabras.

Ese pasaje es terapéutico.

Diferencias Clave entre Emoción y Sentimiento

Podemos resumir las principales diferencias en cuatro puntos esenciales:

Entender estas diferencias ayuda a trabajar con más precisión en terapia y en la vida diaria.

La Cultura y el Lenguaje Moldean lo que Sentimos

No todas las culturas nombran emociones y sentimientos de la misma forma.

En Japón existe la palabra amae, que describe el placer de depender de otro, algo para lo que en español no tenemos un término exacto.

Lev Vygotsky planteaba que el lenguaje moldea nuestra experiencia emocional.

Por eso, ampliar el vocabulario emocional es en sí mismo un acto terapéutico:
diferenciar frustración de enojo, nostalgia de tristeza, ilusión de esperanza.

Nombrar los sentimientos es el primer paso para dejar de ser arrastrados por ellos.

Ejemplos

Por Qué No Hay que Apurarse a Regular la Emoción

Algunos enfoques conductuales enfatizan regular rápidamente las emociones.

Pero desde la perspectiva psicodinámica, conviene no apresurarse: sostener la emoción el tiempo suficiente permite elaborarla y darle sentido.

Jeremy Safran advertía que una regulación demasiado rápida puede dejar intacto el conflicto subyacente, tapando el síntoma pero sin resolver el fondo.

Pasar de la Emoción al Sentimiento

Podés comenzar a practicar esta diferencia con pasos sencillos:

  1. Chequeo corporal: cuando notes una emoción, preguntate dónde se siente.
  2. Nombrarla: traducila en palabras: miedo, rabia, sorpresa.
  3. Explorar el origen: ¿qué la gatilló? ¿Qué imagen, qué pensamiento?
  4. Darle tiempo: observá cómo se transforma y qué te dice sobre vos mismo.
  5. Compartirla: hablarla en terapia o con alguien de confianza ayuda a integrarla.

Por Qué Diferenciar Emoción de Sentimiento

Entender esta distinción nos permite:

Diferenciar emoción de sentimiento no significa controlarlo todo ni ser racional en exceso.

Significa reconocer lo que ocurre en el cuerpo, ponerlo en palabras y elegir cómo actuar.

Este pasaje abre la puerta a poder responder desde un lugar más consciente.

Aprender a distinguir emoción de sentimiento es aprender a escucharnos. Cuanto más precisos somos para nombrar lo que sentimos, más libres somos para elegir cómo vivirlo.