«El mundo ya no es mágico, te han dejado». Jorge Luis Borges.
Una psiquiatra allegada me comentaba de su experiencia trabajando en la emergencia. Era habitual que alguien llegara a la consulta suplicando que le administraran medicación, ya que había roto una relación y sentía un profundo dolor. Estas personas no tenían la menor intención de transitar un duelo. Querían una solución instantánea, algo que las calmara de manera inmediata.
Tal vez llegaste hasta aquí buscando los consejos para olvidar a alguien. Algo así como «dedica más tiempo a una afición, trata de estar acompañado, enfocate en tu crecimiento personal y afronta nuevos comienzos«.
Vamos a ir por otros lugares.
La pregunta que da título al artículo es la que se puede hacer alguien a quien han dejado. Pero si llegamos a una consulta psicológica podemos plantearnos tal vez otro tipo de interrogantes: ¿por qué suelo elegir personas que no me convienen? ¿por qué repito siempre los mismos patrones de conducta? ¿era una relación sólida la que tenía? ¿cuáles son las características de una relación sana?
Para olvidar es necesario el viaje interior, el conocerse a sí mismo, y es el analista quien acompaña en el descenso al infierno personal. Es de esta manera que podemos ver aquello que hasta entonces no se nos revelaba, y que nos hace incurrir en los mismos comportamientos, un inconsciente que recuerda en actos.
Vamos a plantear una analogía con algo coloquial, que nos ayude a entenderlo en términos simples. Supongamos que hemos perdido una planta en nuestro jardín y queremos hacer el cambio de ella por una flor nueva. Podemos observar que la planta perdida tuvo un problema a nivel raíz, por ende, será necesario escarbar en la superficie, dar a conocer la raíz y arrancarla desde el fondo para realizar el cambio.
Esto nos dice que la manera de poder florecer aquello por plantar, es develando todo aquello del objeto que ya no está con uno, que hemos perdido; no basta con tomar una podadora, cortar los aspectos superficiales y dejar la raíz, sino que necesitamos ver e invocar (verbalizar) la pérdida, todo lo relacionado a lo perdido, escarbar y dar con la planta completa.
Este escarbar tiene que ver con ir a analizar la relación que teníamos con ese objeto perdido que queremos olvidar; explorar los patrones de apego y como estos influyen en tu proceso de olvido, liberar la emoción reprimida, aquel afecto encarnado (Klein, 1940).
Sigamos profundizando en aquello del cómo olvidar a alguien con otra interrogante: ¿que es lo que quiere olvidar? En otras palabras, responder a qué es aquello que hemos perdido, eso que la pérdida se ha llevado de nosotros; porque sí, en ese objeto hemos depositado una parte de nosotros. (Freud, 1917). Esta respuesta es de suma importancia.
Vamos a repasar lo que traía Freud en relación al duelo en el texto “Duelo y Melancolía”, escrito hace un poco más de 100 años.
“Ahora bien, ¿en qué consiste el trabajo que el duelo opera? Creo que no es exagerado en absoluto imaginarlo del siguiente modo: El examen de realidad ha mostrado que el objeto amado ya no existe más, y de él emana ahora la exhortación de quitar toda líbido de sus enlaces con ese objeto” (Freud, 1917, p. 242).
Luego agrega: “A ello se opone una comprensible renuencia; universalmente se observa que el hombre no abandona de buen grado una posición libidinal […] Lo normal es que prevalezca el acatamiento a la realidad. Pero la orden que esta imparte no puede cumplirse enseguida. Se ejecuta pieza por pieza con un gran gasto de tiempo y de energía de investidura, y entretando la existencia del objeto perdido continúa en lo psíquico” (Freud, 1917, p. 242-243).
Continúa Freud asegurando que: “Cada uno de los recuerdos y cada una de las expectativas en que la líbido se anudaba al objeto son clausurados, sobreinvestidos y en ellos se consuma el desasimiento de la líbido” (Freud, 1917, p. 243).
Finalmente concluye con lo siguiente: “¿Por qué esa operación de compromiso, que es el ejecutar pieza por pieza la orden de la realidad resulta tan extraordinariamente dolorosa? He ahí algo que no puede indicarse con facilidad […] Y lo notable es que nos parece natural este displacer doliente. Pero, de hecho, una vez cumplido el trabajo de duelo el Yo se vuelve otra vez libre y desinhibido” (Freud, 1917, p. 243).
¿Cómo trabajamos en psicoterapia cuando una persona atraviesa un duelo?
El campo de la teoría psicodinámica considera que las experiencias pasadas, especialmente las relacionadas con las relaciones tempranas en la infancia, influyen de manera determinante en nuestras relaciones y procesos emocionales en la edad adulta. Gran parte de nuestra vida mental ocurre en el inconsciente y está configurada por recuerdos, deseos y emociones.
Al examinar nuestra historia personal, los patrones de relación, podemos obtener una comprensión más profunda de por qué en cierto momento nos parece algo imposible olvidar a alguien. Este darnos cuentas produce de manera aledaña alivio y sobre todo nos lleva a evitar repetir la historia.
En nuestra forma de abordar la clínica también focalizamos en otros aspectos. Hay un punto que tienen que ver con tolerar las sensaciones. Es decir, para soportar la tristeza y el dolor es necesario también tolerar el placer y la felicidad. Uno de los objetivos de los ejercicios biofísicos reichianos que podemos introducir es este.
Por otra parte, a través de ello despertamos emociones congeladas en el soma, las cuales deben ver la superficie para ser comprendidas y elaboradas. El cuerpo tiene grabada nuestra historia. Podemos introducir también el trabajo de grounding nos permite fortalecer nuestras raíces, nos da estabilidad, equilibrio, es la base que sustenta nuestra vida.
Que la persona a la que amamos nos abandone puede suponer un impacto atroz, y constituirse como una experiencia traumática.. En esta línea es que introducimos el trabajo con EMDR, para promover el reprocesamiento a nivel del Sistema Nervioso Central.
Me gustaría terminar este artículo con un pensamiento de Erich Fromm, quien en su libro El arte de amar asegura que es ilusorio creer que se puede ser una persona productiva en el amor e improductiva en las demás áreas. Según el autor, la capacidad de amar nos exige actividad, integridad.
El trabajo con pacientes cuyo motivo de consulta es la demanda de cómo olvidar a alguien tiene múltiples ramificaciones.
Referencias
Freud, S. (1914). Introducción al narcicismo. En Obras completas (Vol XIV, pp. 93-105). Amorrortu.
Freud, S. (1915). Lo inconsciente. En Obras completas (Vol XIV, pp. 153 – 213).
Freud, S. (1917). Duelo y Melancolía. En Obras completas (Vol XIV, pp. 235-256). Amorrortu.
Klein, M. (1940). El duelo y su relación con los estados maníaco-depresivos. En Obras completas de Melanie Klein (Vol X). Buenos Aires, Argentina: Editorial Paidós.
Fromm, Erich. El arte de amar. 1a. ed. Buenos Aires: Paidós, 1977.