¿Quién soy? El principio de fondo de la psicología existencial es que el sentido de los seres humanos es el que construyen por sí mismos. Es una cuestión de interpretaciones.
Consideraciones acerca del existencialismo
A las personas les genera ansiedad el no poder controlar los sucesos. Esto se enfrenta mediante la fe, la trascendencia, el humor, y la valentía.
La crítica que Sartre le hacía a Freud en este sentido tenía que ver con conceptualizar a la persona como una víctima inconsciente de los impulsos biológicos y de los convencionalismos sociales.
Por otra parte, para el filósofo francés era clave la existencia de un proyecto en la vida de una persona.
Según el existencialismo la incertidumbre es inevitable, si se pretende una vida vigorosa. Esta escuela concibe la vida humana como la posibilidad de desarrollarse a través de experiencias, en interacción con el ambiente social, biológico y físico.
Es el futuro lo que facilita esta posibilidad. Si se elige el pasado se sabotea el crecimiento y reducimos las posibilidades a lo que ya conocemos.
Cuando elegimos el futuro aceptamos la responsabilidad sobre la propia vida, y lo contrario es hacer de cuenta que uno está bajo control.
Cuando las personas quedan presas en el pasado sus relaciones personales se vuelven más simples y primitivas. También el mundo de la fantasía se torna escueto, y aquello a lo que dedican su tiempo libre se hace repetitivo.
Por el contrario, cuando se escoge el futuro, las relaciones sociales son más íntimas y profundas, se vuelven más complejas y diversas.
Los seres humanos sabemos que vamos a morir, sin embargo la mayoría intenta no pensar en eso, no tenerlo presente.
El ideal existencial va en sentido contrario: mantener en mente nuestra muerte, a pesar de que esto sea impredecible, de manera tan vívida que nos permita vivir de manera intensa en todo momento.
Nada podemos hacer sobre la muerte, pero sí podemos incrementar la calidad de nuestras vidas.
La autenticidad es sinónimo de madurez
Para los psicólogos existenciales un ser auténtico es sinónimo de madurez.
Las personas auténticas son aquellas que se ven a sí mismas como capaces de influir en sus vidas a través de la simbolización, la imaginación y el juicio en el proceso de toma de decisiones. Y como resultado de esto se vuelven diferenciados, reconocen los matices y guardan preferencias en relación al cambio.
A nivel biológico pueden ser atraídas por personas con combinaciones físicas y psicológicas especiales. Son vitales, activas e integradoras.
Por el contrario, las personas inmaduras son conformistas. El uso de la simbolización, la imaginación y el juicio es mínimo. No son propensas al cambio, y sus gustos son estereotipados. Para estas personas las cosas son de una sola manera, son rígidas. El juego de las posibilidades no tiene lugar.
Toman decisiones basándose en el pasado, porque lo desconocido les genera ansiedad. Una sensación de estancamiento les asola.
Autenticidad y conformismo
Para comprender cómo alguien se aproxima a la autenticidad o llega a ser conformistas se distingue entre el desarrollo temprano y el tardío.
El temprano empieza en el nacimiento y continúa hasta que el valor, o su forma concreta, la fortaleza, ha sido aprendida. Está compuesta por tres dimensiones que son: el compromiso, el control, el desafío.
- El compromiso supone la capacidad disponible para involucrarse uno mismo en cualquier actividad que se realice, en vez de quedarse rezagado y sentirse aislado.
- El control supone confiar y actuar como si se pudiera influir en los eventos que ocurren, en vez de sentirse víctima de las circunstancias.
- El desafío incluye la esperanza de cambio, por sobre la estabilidad de lo que ocurre, y la anticipación de cambio como un estímulo al desarrollo, en lugar de una amenaza al bienestar.
En la adolescencia y en la edad adulta temprana quienes se desarrollan adecuadamente, esto es, de una forma que llega a aproximarse a la autenticidad, pasan por dos etapas intervinientes que son: el esteticismo y el idealismo.
El esteticismo tiene que ver intentar las cosas por sí mismos, con vivir el momento, y con no establecer compromisos de larga duración. Cuando se acumulan experiencias de fracaso de este tipo, se finaliza esta fase y se la descarta como base.
Luego se da lugar a la fase idealista. En la misma los compromisos no tienen vencimiento y los valores se vuelven universales.
Aquí también se dan experiencias de fracaso, ya que las personas y las situaciones son imperfectas y cambiantes. El amor puede acabarse, las personas nos pueden decepcionar, o los eventos no darse en conformidad con los valores. Es así que también la fase idealista finaliza.
La enfermedad existencial
La psicología existencial se interesa por los estados patológicos que incluyen la falta de significado. Dentro de estos tenemos: el vegetativo, el nihilista, y el aventurero.
La forma más severa de enfermedad existencial es el estado vegetativo. En esta manifestación aparece la apatía y el aburrimiento. Nada le resulta importante o de interés. Es una persona que va a la deriva.
El nihilista es el que desacredita todo. Está disgustado y enfadado, y la competitividad le caracteriza.
El estado aventurero es, si se quiere, el menos severo. Para estas personas la vida también ha perdido significado, pero pueden experimentarlo en la búsqueda de experiencias extremas y peligrosas.
Buscan lo fuera de lo común. Alternan, en cuanto a lo emocional, entre la depresión y la euforia. A veces persiguen causas donde las actividades se vuelven más importantes que los objetivos reales.
Bibliografía
Basado en Maddi, Salvatore (1988). Psicoterapia existencial. en S.Jay, J.Garske (Ed.) Psicoterapias Contemporáneas, 4ta edición, (pp. 247 – 282).