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El mundo de la psicología clínica es un archipiélago de teorías. No existe en nuestro campo una teoría homogénea a la cual se adhieran indefectiblemente quienes estudian esta disciplina.
Alguna vez se contaron más de cuatrocientas escuelas. Hagamos un repaso por algunas de las más conocidas: psicoanálisis, psicodinámica, gestalt, cognitivo – conductual, logoterapia, (y así podríamos seguir).
Es común que las personas que nos contactan para consultar por psicoterapia hayan conversado con alguien de su entorno o círculo íntimo, o leído algún libro de divulgación, o buscado información en internet. Y a veces acuden demandando profesionales de determinadas corrientes teórico técnicas.
Alguien les comentó que la terapia cognitivo conductual era la indicada para cambiar una conducta o ciertos patrones de pensamiento negativo, o que el psicoanálisis era una terapia muy larga en la cual solo se habla del pasado.
Es entonces que nos contactan buscando terapeuta gestáltico, o cognitivo conductual, o psicodinámico, o lo que sea, pero siempre colocando en primer lugar la técnica para definir la opción.
El problema de todo esto es que las nociones suelen estar distorsionadas
Las investigaciones en terapia le dan a la Alianza Terapéutica un 70% de incidencia en el éxito de un proceso de psicoterapia.
La alianza, según Jeromy Safran, es la colaboración entre el paciente y el terapeuta para trabajar juntos hacia objetivos comunes.
Esta conexión es esencial en el proceso terapéutico, ya que proporciona el contexto emocional necesario para la introspección y el cambio. Safran destaca que la alianza terapéutica no es solo un medio para un fin, sino un componente activo y muy influyente en el resultado del tratamiento.
Esta alianza se construye a través de la empatía, la autenticidad y la colaboración entre paciente y terapeuta. Un ambiente de confianza y comprensión mutua facilita la apertura de quien consulta y permite una exploración más profunda de sus preocupaciones.
La calidad de esta relación puede influir de manera significativa en la eficacia de la terapia, afectando la disposición del paciente para compartir sus experiencias y trabajar en la superación de los desafíos.
Safran también destaca que la alianza terapéutica es dinámica y evoluciona a lo largo del proceso. Los momentos de conflicto o desafío pueden ser oportunidades para un mayor crecimiento y comprensión. La habilidad del terapeuta para manejar estos momentos de manera efectiva contribuye a fortalecerla y promover cambios positivos.
Reflexiones de Irvin Yalom
Me gustaría traer algunas reflexiones en torno a un artículo de Irvin Yalom que pertenece a su libro «Los desafíos de la terapia».
En el mismo, Yalom asegura que muchos de los individuos que atendemos experimentan dificultades en el ámbito de la intimidad y buscan ayuda en la terapia para explorar relaciones cercanas.
Algunos temen la intimidad porque creen que albergan aspectos esencialmente inaceptables, repugnantes e imperdonables dentro de sí mismos.
Por lo tanto en este contexto, revelarse por completo a otra persona y aún así ser aceptado puede ser el medio principal de apoyo terapéutico.
Desde la perspectiva de este autor, la psicoterapia personal constituye, con diferencia, la parte más crucial del entrenamiento.
Al plantear la pregunta de cuál es la herramienta más valiosa para el terapeuta, la respuesta reside en el propio ser del terapeuta.
Los profesionales deben guiar a sus pacientes a través de su modelo personal, demostrando disposición para sumergirse en una intimidad profunda similar a la de ellos.
Este proceso requiere que los terapeutas sean expertos en explorar la fuente más confiable de datos sobre cada paciente: sus propios sentimientos.
Deben estar familiarizados con su lado oscuro y ser capaces de empatizar con todos los deseos e impulsos humanos.
A través de la experiencia de la terapia personal, los terapeutas en formación pueden vivenciar diversos aspectos del proceso al ponerse en el lugar del paciente.
Esto incluye la tendencia a idealizar al terapeuta, el anhelo de dependencia, la gratitud hacia un oyente atento y preocupado, así como el poder concedido al mismo.
¿Adónde vamos con todo esto?
Que más allá del currículum o las formaciones que el profesional tiene, lo más importante va a ser el proceso personal que haya hecho y que puedan configurar en el espacio una sólida alianza terapéutica.
Por lo cual es esencial poder resonar con esa persona, que la conozcas, que te sientas cómoda con ella, que sus devoluciones te parezcan interesantes. Todo eso es mucho más clave que la corriente teórico técnica.
Por otra parte tenemos lo relativo a la integración (o al eclecticismo).
Es un tema muy extenso para desarrollarlo aquí, pero intentemoslo de manera breve.
Muchas veces los profesionales se forman en distintas escuelas, ya que entienden que pueden obtener herramientas útiles en varias de ellas.
Vamos a encontrar entonces, por un lado, a los más ortodoxos que siguen un solo camino (supongamos una analista Lacaniana), y otros que integran varios abordajes (ej. Paul Wachtel con su Terapia Psicodinámica Integradora).
Además, hay otros aspectos a tener en cuenta que tienen que ver con otra clase de variables.
Desde que la psicoterapia forma parte de las prestaciones de una Mutualista o Seguro Médico se ha dado cierta prioridad a profesionales de TCC (Terapia Cognitivo Conductual).
Estas instituciones usualmente dan una cobertura de diez o quince sesiones gratuitas, y luego cuentan con diferentes planes para continuar.
Se tiene la concepción de que la terapia tiene que dar resultados rápidos y que esta es la característica de la corriente Cognitivo Conductual. Por otra parte, se encuentra algo instalada la premura por sacarse un síntoma de encima y la idea de que la psicoterapia se trata de esto.
Entonces allí se da un debate, en el cual sería imposible extenderse aquí, en relación si lo que tenemos que hacer quienes trabajamos en psicoterapia es buscar la remoción del síntoma.
Voy a dar mi perspectiva personal
Hay asuntos específicos que se pueden abordar en una consulta. También hay cuestiones focales que se trabajan en relativamente pocas sesiones.
Sin embargo, si se quieren hacer cambios profundos y genuinos, conocernos a nosotros mismos para manejar nuestros problemas de un modo nuevo, no repetir patrones de comportamiento nocivos, desarrollarnos como personas, es imprescindible que sea necesario un proceso más extenso y sostenido.