Vamos a intentar abordar el tema desde los autores que nos interesan, a partir de la psicología que practicamos. Si bien la autoestima no aparece definida con este término, haremos el ejercicio de hacer de cuenta que sí lo está.

Perspectiva Psicodinámica: Influencias de la Infancia

La perspectiva psicodinámica entiende que la autoestima se ve moldeada por una serie de factores que incluyen las vivencias durante la infancia, las relaciones tempranas con quienes nos cuidaron y la percepción que la persona posee de sí misma en vínculo con los demás.

Las interacciones tempranas con quienes nos cuidaron tienen el potencial de dejar una huella duradera en la psiquis de una persona. Cuando en la niñez experimentamos amor, apoyo y aceptación, es más probable que se desarrolle una autoestima sana.

Por el contrario, las experiencias de abandono, rechazo o crítica pueden tener consecuencias devastadoras y dar lugar a sentimientos de insuficiencia.

Enfoque Freudiano: El Papel del Yo

Sigmund Freud no desarrolló un concepto específico de «autoestima» en el sentido en que se entiende en la psicología contemporánea. Sin embargo, sus ideas y teorías sobre la personalidad y el desarrollo psíquico están implicadas en esto.

Terapia Psicoanalítica: Explorando el Pasado

En el marco del psicoanálisis de Freud, la autoestima se relaciona con el concepto de Yo. El Yo es una de las tres partes de la estructura de la personalidad según Freud, junto con el Ello (instintos y deseos primitivos) y el Superyó (la conciencia moral internalizada).

El Yo es responsable de la percepción consciente y de la toma de decisiones.

En este contexto el Yo debe ser capaz de equilibrar las demandas del Ello y las restricciones del Superyó. Si el Yo puede lograr el equilibrio, la persona podría desarrollar una sensación de autoestima positiva. Sin embargo, si este Yo se encuentra bajo la influencia de un Superyó demasiado severo va a dar lugar a una autoevaluación excesivamente crítica o sentimientos de culpa.

En una terapia psicoanalítica se explorará la historia personal, las experiencias de la infancia y las relaciones tempranas para identificar eventos y experiencias que puedan haber contribuido a la formación de patrones de pensamiento y comportamiento inconscientes.

Además de esto se consiguen observar ciertos conflictos internos que pueden incluir la lucha entre el deseo de ser amado y aceptado y la autoevaluación negativa, así como la tensión entre los impulsos instintivos y las normas y expectativas morales internalizadas a la que referenciabamos con anterioridad.

También será clave el análisis de la transferencia. Los sentimientos y actitudes que el paciente experimenta hacia el terapeuta pueden reflejar formas de relacionamiento pasadas. Esto nos conduce a comprender mejor las dinámicas relacionadas con la autoestima.

A lo largo de la terapia se trabajará para fomentar la autoaceptación y la autocompasión. Esto implica desafiar creencias que la persona tiene sobre sí misma y reemplazarlas con una visión más ajustada y realista.

El análisis de sueños y las asociaciones libres, por otra parte, nos pueden proveer de información valiosa sobre los conflictos y preocupaciones inconscientes.

Perspectiva Junguiana: Individuación y Autoestima

Si analizamos el tema desde la psicología analítica de Carl Jung advertimos que para este autor la autoestima estaba intrincadamente relacionada con el proceso de individuación, que representa el desarrollo completo de la personalidad.

La individuación es un proceso de desarrollo personal y crecimiento psicológico a lo largo de toda la vida de una persona. Implica la búsqueda de la plenitud y la realización a través de la comprensión y la integración de los diferentes aspectos de la personalidad y el inconsciente.

Si nos preguntaramos cómo aumentar la autoesmia según  la mirada de Carl Jung,  veríamos que una autoestima saludable se alcanza cuando una persona integra y equilibra las partes opuestas de su psique. Jung sostenía que todos tenemos aspectos contrapuestos en nuestra psicología, como el consciente y el inconsciente, lo masculino y lo femenino, lo racional y lo emocional, entre otros.

La individuación implica el proceso de reconocer, aceptar y equilibrar estos opuestos internos en lugar de reprimirlos o negarlos.

A medida que una persona avanza en el proceso de individuación, su conciencia se expande. Comienza a percibir y comprender aspectos de sí misma que antes estaban ocultos o negados. Esto lleva a una mayor libertad y autonomía, ya que la persona toma decisiones más conscientes y auténticas.

La autoestima se entrelaza, entonces, con la sensación de autoconciencia y autoaceptación durante el proceso de individuación.

El Papel de la Madre según Winnicott

Donald Winnicott, a la vez, resaltaría significativa influencia de una madre atenta en la configuración de la autoestima de un individuo. Según Winnicott, cuando los cuidadores ofrecen una aceptación incondicional, los niños o ni niñas pueden desarrollar una sensación fundamental de valía.

Winnicott enfatizaba la importancia de una madre (o cuidador) que fuera «suficientemente buena», lo que significaba que era capaz de satisfacer de manera constante y apropiada las necesidades del bebé durante las etapas tempranas de la vida.

Esta sensación de ser amado y cuidado formaría la base de la autoestima saludable. En cambio, si la madre es negligente, inconsistente o crítica, el bebé puede desarrollar una autoestima más frágil y una sensación de inseguridad.

Liberación de la «Tiranía del Deber Ser»

Karen Horney, psicoanalista alemana, planteaba que muchas personas se ven atrapadas en una «tiranía del deber ser», lo que implica una evaluación constante de sí mismas.

Horney buscaría en un proceso de terapia identificar y liberarse de estas autoevaluaciones y promover un enfoque más realista y compasivo, donde las personas se aceptaran tal como son, con sus imperfecciones y limitaciones, en lugar de compararse constantemente con estándares ideales.

Trabajo Psicocorporal de Wilhelm Reich

Por otra parte, podríamos inferir que Wilhelm Reich dirigiría sus intervenciones con el fin de que quien está en terapia pueda experimentar y liberar emociones reprimidas.

Un concepto clave en Reich es el de coraza caracterológica o coraza muscular. Según el mismo, las personas desarrollan una coraza caracterológica como forma defensiva. Esta coraza se manifiesta en tensiones corporales crónicas y en patrones de comportamiento.

El trabajo psicocorporal se orienta, en algunos casos, a flexibilizar las rigideces de la coraza, y en otros, al desarrollo de la misma.

La capacidad de una persona para vivir de manera auténtica y libre guarda relación con los puntos anteriores y sería la fuente de una sana autoestima.